La genómica llegó a la ganadería

Antes de terminar su doctorado en biología molecular, Manuel Pacín, Felipe Jaworski  y María Carolina Inda decidieron crear una empresa biotecnológica para ofrecer servicios agrícolas (como determinación de pureza varietal en cereales y detección de eventos transgénicos en soja) y ganaderos (identificación genética en bovinos para establecer relaciones de parentesco).

Los socios de Octamer (ex Bioinnova), tal es el nombre de la empresa, decidieron además implementar una herramienta que, si bien está bastante extendida en naciones desarrolladas, no está difundida en nuestra región: la genómica bovina.

“En Australia y Canadá se han hecho grandes esfuerzos para detectar marcadores moleculares en vacunos asociados con los rasgos de eficiencia de conversión. Entonces nos propusimos, dos años atrás, validar esos marcadores en rodeos argentinos”, explica Manuel (quien es hijo del ex asesor del CREA Lamadrid Fernando Pacín)

O sea que tomaron marcadores detectados en Australia y Canadá para validarlos con una muestra local con el propósito de evaluar la correspondencia de los mismos en condiciones locales. ¿Cómo lo hicieron?

Felipe Jaworski: No sólo es importante validar el uso de esos marcadores, sino también darle un peso ponderado adecuado para las razas y los ambientes presentes en la Argentina.

Manuel Pacín: Esa validación se realizó en el marco de una asociación con el CREA Lamadrid y con una muestra de unos 500 novillos en sistemas de base pastoril que fueron pesados de manera sistemática para calcular la eficiencia de engorde individual y evaluar la correlación de esos datos con los marcadores en cuestión.

Realizaron la evaluación sólo en modelos pastoriles.

MP: Así es. Nos focalizamos en una primera etapa en esos modelos que son predominantes en el país. Tomamos muestras de pelo de cada uno de los animales y evaluamos un panel de marcadores asociados a eficiencia de conversión, para posteriormente realizar un estudio de asociación en el cual se determinan correlaciones puntuales de cada una de las variantes genéticas evaluadas con el fenotipo. Para eso se hace un proceso de normalización (estandarización) de los datos fenotípicos, porque los mismos provienen de distintos rodeos con diferentes manejos, de manera tal de evaluar asociaciones de marcadores con la variable de interés, que en este caso es la eficiencia de conversión. La idea es aumentar bastante la población evaluada para poder lograr un modelo más sólido. En este aspecto contamos con la colaboración de empresarios ganaderos CREA que participan de la validación, donde nosotros hacemos el análisis genómico casi al costo a cambio de ofrecer los resultados de la evaluación al empresario. El propósito, de aquí en más, es incrementar la cantidad de rodeos evaluados en lo sucesivo.

O sea que la iniciativa está abierta a otros productores ganaderos que quieran participar de la validación, por medio del registro individual de la evolución de ganancia de peso para que luego esos datos sean asociados al perfil genómico de cada individuo.

FJ: Sí. El productor, al conocer cuáles son los integrantes de su rodeo que cuentan con marcadores asociados a eficiencia de conversión, va a poder contar con información muy útil para su negocio.

Ya el hecho de estudiar las variabilidades presentes en un mismo rodeo es un gran paso para el negocio ganadero.

MP: Sí y además existe otra cuestión importante: como la heredabilidad de estos caracteres es moderada, entonces esa información le va a permitir realizar selección asistida por marcadores.

¿Cuántos animales van a integrar la muestra de validación final?

MP: Nuestro objetivo es llegar a 1000 animales. Estamos trabajando para eso. En otros países del mundo las evaluaciones genómicas están asociadas a muchos caracteres de interés diferentes, mientras que nosotros nos focalizamos en uno solo, eficiencia de conversión, para que el costo de esta herramienta sea adecuado a la realidad de las empresas ganaderas argentinas. Nos interesa crear una herramienta de uso masivo: esa es nuestra meta.

FJ: Hemos recibido comentarios de empresarios ganaderos que han invertido en enviar muestras al exterior para analizar muchas variables y después recibieron una gran cantidad de datos que finalmente no fueron útiles para tomar decisiones.

Los marcadores tienen niveles de predictibilidad diferentes…

MP: La primera etapa de la validación se realizó en condiciones muy controladas y estables. Ahora el desafío es evaluar esos marcadores seleccionados con diferentes condiciones de manejo y ambientales.

¿Cuál es el objetivo final cuando esté terminada la validación y se logre un nivel de predictibilidad aceptable de los marcadores seleccionados?

MP: El producto final consistiría en recibir una muestra genética para obtener un indicador de eficiencia de conversión, el cual, en el sistema productivo en cuestión, va a permitir vislumbrar la proporción de la parte heredable de ese caracter. Sería un DEP genómico. El cabañero va a poder tener un DEP genómico de eficiencia de conversión. Y el productor que  realice selección de hembras propias para reposición también tendrá un dato adicional para mejorar esa característica de su rodeo. Estas tecnologías, a medida que se masifican, tienen costos decrecientes, de manera tal que en unos pocos años puede llegar a ser muy accesible para la mayor parte de los ganaderos.

FJ: Esta tecnología además permitirá realizar un manejo diferenciado de animales para proveer los mayores recursos nutricionales a aquellos individuos con un DEP genómico elevado en eficiencia de conversión. Esto ya sucedió con el agricultura con el manejo por ambientes. Y ahora le tocaría el turno a la ganadería.

MP: Todos los que han empezado a medir variaciones en ganadería se han encontrado con diferencias muy significativas. Algún día, en el futuro, gestionar esa variabilidad será probablemente la norma y no la excepción.

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